09 febrero 2007

EL GRITO DEL DOLOR!

En el espacio letal,
está el grito, silencioso.
Crucificada en la triste inopia,
y entre el charco que acrecienta mi hambre,
cómplice de la vida adversa.

Sosegada e infernal,
solloza muy afanoso;
prisionero de la desgracia escondida;
mordiendo de los vientos su timbre,
con una endeble furia misteriosa.

Es el grito del dolor inmutable,
que vendrá transmutante y majestuoso.
hasta el tope mágico y gloriosa.
Ha de aparecer sincero y amoroso ,
desde el oriente y cauteloso.

El, tiene una amada ideal,
desbordada en su beso,
candorosa en su brisa.
incógnito y tierno en su lumbre,
constante de su sabiduría lógica.

Entonces, el grito será audaz
en la muchedumbre y vigoroso
Como el misterio sembrado
cabalgando sus caballos del dolor,
hasta el albor del bienestar.

UNA CARTA A LA JUSTICIA

Yo soy un niño trotamundo
de este pueblo resistido,
que tanto humilla,
y que tanto lastima el furor

Día a día voy luchando,
con la esperanza del amanecer abatido.
¡Mí sudor! ¡Mí agalla!;
me cuesta a la bravura y al dolor.

De madrugadas muy adelantado,
por las esquinas de aquel barrio corroído,
con la fuente en la mano y una voz que acalla
voy ofreciendo mi tesón y mi sudor

De vereda en vereda voy tiritando,
a la gente que viene y va callado.
Un chicle, un caramelo o talvez una pitilla,
Por ganarme el pan que me asienta el ardor.
.
Soy un niño hambriento y despojado,
y no me avergüenzo oye malhumorado.
¿Por qué quieres marrullero la pitilla?.
Mi trabajo cuesta el sudor.


Soy honesto y no ladrón encorbatado,
y no me roces que me dejas lastimado.
Mi trabajo vale más que tu polilla,
Y no digas mendigo oye cobarde abusador

Se que nadie entiende caridad pulido
menos entiende a mi estómago flaqueado.
Todos piensan que soy el parásito que centella;
pero no merecen mi espíritu luchador.

Las calles escriben mi historia entristecido.
trajines y la proeza para el niño empobrecido.
Por eso encomiendo mi carta que detalla
Para que sepan que he sufrido un hedor.

A ti luna lunita de la noche empañado,
te ruego que vislumbres mi sendero señalado,
ya que hoy es la gran batalla,
para este niño luchador .

¡Un humilde vendedor!,
que busca en la justicia,
un mañana mejor.

¡MAESTRO!

¡Maestro!,
Eres el labrador del mañana.
En tus cauces crecen
el fruto del porvenir
colmada de grandes inquietudes


¡Maestro!,
Eres lumbrera que desentraña.
En tus surcos florecen
las almendras del discernir
y la alegría de los niños pobres

¡Maestro!,
Con el buril de la desempeña,
siembras la fe que embravecen,
tus inmolaciones sin medir,
en la brecha invariable de las urbes

¡Maestro!
Eres mártir que acompaña
las brisas que contradicen,
las desavenencias del vivir
en el sutil intelecto de tus pupilos

¡Maestro …..!,
eres centinela de la cultura.
Con tu ímpetu y tu pasión,
enciendes la alegría y la sonrisa,
en las caras tristes de los pequeños
que esperan de ti, un mañana mejor.